Jorge Carro, Rubén Souto Robla, Amadeo Bernabé, Ibán Radio y David Álvarez. Apenas han transcurrido poco más de 15 días de la tremenda tragedia ocurrida en Zarréu, y me gustaría recordar a quienes sufren en primera persona este vacío, estas ausencias, y por eso he comenzado estas breves líneas con sus nombres, porque no se nos pueden olvidar.
No se nos pueden olvidar las personas, el duro y difícil día a día de quienes han perdido a sus seres queridos. Un día a día que han sufrido miles de familias en Asturias. Un día a día con muchas incógnitas sin resolver aún, muchas certezas que aportar, y donde no podemos permitir que se deshumanice el proceso de investigación de este terrible accidente. En las profundidades de la tierra, donde la luz apenas se filtra y el aire pesa con historia, el silencio se convierte en un aliado. Para los mineros, no es solo la ausencia de ruido: es un lenguaje. Tras horas de martilleo, maquinaria y el eco constante de la roca cediendo, el silencio es una pausa sagrada. Un momento para escuchar los susurros de la montaña, advertencias que solo los oídos atentos comprenden. Es también un refugio mental, donde se guarda el respeto por la tierra que se cava y por los compañeros que se han perdido.
El silencio que enfrentan las familias tras una tragedia minera es profundamente humano y doloroso. Un silencio que invade el hogar, que pesa en la mesa vacía, que acecha a quien no sabe cómo llorar, pero que ayuda en un proceso de duelo que abarca múltiples dimensiones: el impacto personal y colectivo de la pérdida, las respuestas psicológicas y sociales; sentimientos intensos de tristeza, rabia, o desesperanza, tanto en los trabajadores como en sus familias y territorios.
Pero frente a ese silencio casi litúrgico, debemos exigir que cuando se hable de la tragedia se haga con las palabras adecuadas, en los momentos pertinentes. Esa cuenca minera, solidaria como siempre lo ha sido, ayuda y acompaña en espera de certidumbre, y exige que la algarabía política se centre en lo que realmente demandan: conocer la verdad y que, entretanto, los acompañemos con humanidad y respeto. Las familias necesitan certezas, por lo que es fundamental que la investigación sea exhaustiva, transparente y rápida. Solo así podrán conocer qué pasó, cómo pasó, y quienes son los verdaderos responsables para encontrar justicia y comenzar su proceso de duelo con respuestas claras. Respuestas claras y certezas que deben darse desde la Comisión Regional de Seguridad Minera, como órgano colegiado de asesoramiento y apoyo de la Administración del Principado de Asturias en materia de seguridad minera.
Respuestas claras y certezas que el juzgado de Cangas del Narcea encargado del caso, junto con la investigación y diligencias de la Guardia Civil, la Policía judicial, y el resto de personal investigador, aportará desde el ámbito judicial. Lo hará sin duda desde el rigor científico y pericial, la prudencia, la humanidad necesaria y la autonomía e independencia judicial que se requiere.
Tengo plena confianza en que la Comisión Regional de Seguridad Minera, y la vía judicial abierta, aportarán luz definitivamente a lo que ocurrió el pasado 31 de marzo. Para hacer justicia y para mejorar la seguridad minera, como siempre hicimos cada vez que la tragedia nos golpeó. Por eso pienso que no se pueden dar respuestas claras desde una pugna de relatos interesados, en base a hipótesis de utilización política de espalda a las víctimas, como creo que sería la comisión de investigación parlamentaria.
Una Comisión de Investigación parlamentaria que, en el ejercicio de su actividad investigadora, ni les corresponde efectuar una calificación jurídica de los hechos investigados, ni llevar a cabo imputaciones o determinaciones personales sobre la autoría de comportamientos ilícitos; actuaciones que, dicho sea de paso, están reservadas a deliberaciones en el ámbito del derecho penal y del derecho administrativo y que todavía no se han producido en las instancias correspondientes. Es el tiempo de la justicia y la investigación experta. Esta comisión sólo sumaría ruido político al dolor compartido por la tragedia. Lejos de aportar certezas y respuestas claras, basadas en las evidencias de la investigación, todo parece indicar que sería el escenario táctico elegido por algunos para librar una batalla de relatos interesados y listos para dramatizar en sede parlamentaria con el principal objetivo de desgastar al gobierno, pase lo que pase.
La memoria y el respeto que les debemos a Jorge Carro, Rubén Souto Robla, Amadeo Bernabé, Ibán Radio y David Álvarez, a sus familias, amigos y compañeros vendrá de admitir las conclusiones de dos procesos de investigación ya puestos en marcha, y que ofrecen incluso garantías judiciales de esclarecimiento de los hechos.
Me gustaría que reflexionásemos sobre la forma en que ejercemos la política y se toman decisiones. Si escuchamos realmente a los ciudadanos, si comprendemos sus realidades, dolores, esperanzas y sueños. Si lo que estamos haciendo, erróneamente a mi juicio, es hablar por la gente, en vez de hablar con la gente.
Me gustaría que reflexionásemos que lo realmente importante son las víctimas y sus familias. El poder aportarles certezas con humanidad y respeto. Que puedan seguir escribiendo, con todas las dificultades imaginables, cada uno a su manera, más renglones de su proyecto vital.
José Luis Alperi Jove
Secretario General SOMA-FITAG-UGT